Me acabo de dar cuenta. Con frecuencia creía que el amor era algo normal, algo que recorría el Cosmos y la Tierra como un átomo de hidrógeno o un electrón cargado, que lo hacía funcionar todo, que era lo que respiraban desde los astros hasta las células, pero ahora me doy cuenta de que si existe algo sobrenatural, o antinatural, algo que no es propio del Universo, de la naturaleza, y por lo tanto tampoco del ser humano, es el amor.
Es que, ¿en qué cabeza cabe una idea como el amor, en medio de un universo en el que nada nuevo puede aparecer y nada viejo puede desaparecer, en el que no existe una acción sin una reacción, en el que las partículas dejan un cuerpo sólo para ir a otro? El mundo es un “ojo por ojo, diente por diente”, desde las órbitas planetarias hasta cualquier acuerdo económico cotidiano, desde la cadena alimenticia hasta una relación de pareja entre adolescentes. No es venganza, no es justicia, no es malo, no es bueno, es Intercambio, o como lo llamarían en alquimia, “Intercambio Equivalente”.
Cuando alguien ama, pone en jaque a las matemáticas, a la biología, a la química, a las leyes de la física, a la psicología, al sistema financiero, a la evolución, a la especie humana, a uno mismo, al Universo mismo, porque no intercambia, sólo da, deja ir, pierde* voluntariamente, y esa es una idea inconcebible en el Universo tal como lo conocemos hoy.
Porque amar es eso, dar sin esperar recibir, sentir el placer de romper la ley fundamental (el Intercambio**) que permitió y permite al Universo ser lo que es, el mayor acto de rebeldía que se puede cometer en este mundo, no amarrar las cosas hermosas y fluir con su fluir, no necesitar a las personas ni a las cosas y sin embargo vivir y luchar por ellas, ser y hacer en lugar de tener, recordar.
Oh, sí, esto es lo más cursi que escribí en los últimos seis meses. Pero lo más patético es que sospecho que es verdad.
*”Perder” es una ilusión, porque es imposible poseer, todo circula, nada es de nadie.
Es que, ¿en qué cabeza cabe una idea como el amor, en medio de un universo en el que nada nuevo puede aparecer y nada viejo puede desaparecer, en el que no existe una acción sin una reacción, en el que las partículas dejan un cuerpo sólo para ir a otro? El mundo es un “ojo por ojo, diente por diente”, desde las órbitas planetarias hasta cualquier acuerdo económico cotidiano, desde la cadena alimenticia hasta una relación de pareja entre adolescentes. No es venganza, no es justicia, no es malo, no es bueno, es Intercambio, o como lo llamarían en alquimia, “Intercambio Equivalente”.
Cuando alguien ama, pone en jaque a las matemáticas, a la biología, a la química, a las leyes de la física, a la psicología, al sistema financiero, a la evolución, a la especie humana, a uno mismo, al Universo mismo, porque no intercambia, sólo da, deja ir, pierde* voluntariamente, y esa es una idea inconcebible en el Universo tal como lo conocemos hoy.
Porque amar es eso, dar sin esperar recibir, sentir el placer de romper la ley fundamental (el Intercambio**) que permitió y permite al Universo ser lo que es, el mayor acto de rebeldía que se puede cometer en este mundo, no amarrar las cosas hermosas y fluir con su fluir, no necesitar a las personas ni a las cosas y sin embargo vivir y luchar por ellas, ser y hacer en lugar de tener, recordar.
Oh, sí, esto es lo más cursi que escribí en los últimos seis meses. Pero lo más patético es que sospecho que es verdad.
*”Perder” es una ilusión, porque es imposible poseer, todo circula, nada es de nadie.
**Pero cuando uno ama, se siente bien. ¿No es un intercambio
amar para sentirse bien? Sí, definitivamente lo es. Ahora, ¿qué sea un intercambio
lo hace un Intercambio Equivalente? No estoy seguro, pero probablemente sí. Desde cierta perspectiva, eso desbarata todos los
párrafos que acabo de escribir.
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