Noticias de lo indecible. Ivonne Bordelois. Buenos Aires: Edhasa. 2018.
“En el debate entre la vida y tú, dale la razón a la vida” [9] [citando a Franz Kafka]
“Mi vida ha estado llena de terribles infortunios, la mayoría de los cuales nunca ocurrieron” [10] [citando a Montaigne]
Uno hace elecciones en su vida, pero no hay que perder de vista que en realidad la vida elige más que uno. [11]
[Á: Lo que me recuerda esta cita de Milan Kundera, en La Fiesta de la Insignificancia: “Tampoco has elegido tu sexo. Ni el color de tus ojos. Ni tu siglo. Ni tu país. Ni tu madre. Nada de lo que realmente cuenta. Los derechos de los que puede disponer el ser humano sólo se refieren a nimiedades por las que carece de sentido luchar unos contra otros o escribir solemnes declaraciones.” [123]]
Dar testimonio de la existencia … [11]
Era una gran caja rectangular de cartón, celosamente escondida, donde guardábamos los objetos más [22] curiosos que íbamos encontrando a nuestro leve paso por el mundo. Recuerdo que se trataba de candados oxidados, frascos azules, lupas robadas, mariposas desecadas, una carta ilegible encontrada entre matorrales, un mechón de pelos del perro preferido y desaparecido … [23]
… esa libertad … para encontrar objetos … [23]
Cajas de laca roja donde no había caramelos … [29]
[Á: la descripción de la realidad por lo que le falta]
(El pasado es más fascinante que el futuro porque se parece más al deseo … [30]
[Á: y porque tiene algo que mostrar, ¿no?]
“la enigmática sobreabundancia del mundo” [31] [Citando a Borges]
[Á: Pensar como posibilidad reemplazante del adjetivo enigmática: dolorosa, agotadora (agobiante sería redundancia)]
… nadie nunca puede echarme de aquel lugar … [39]
[Á: es bonito porque la preposición “aquel” indica que ya fue echada.]
A medida que cambiamos, también lo hace el contexto que da forma al poema o a la sonata internalizados. El recuerdo, a su vez, se convierte en reconocimiento. Y descubrimiento: reconocer es conocer de nuevo. [41] [Citando a Rudolf Steiner]
Citas de Kavafis: “Nuevos lugares no hallarás, no hallarás otros mares. / La ciudad te seguirá. Por las calles vagarás, / [42] por las mismas. Y en los mismos barrios envejecerás; / y en estas mismas casas encanecerás. / Siempre llegarás a esta ciudad. / Para otro lugar –no esperes- / no hay barco para ti, no hay camino. / Así como tu vida la arruinaste aquí / en este rincón pequeño, / en toda la tierra la destruiste”. [43]
Y a la noche te sentás y mis ventanas góticas –sí, góticas, ya sé que no me creés y justo por eso me compré esta casa, para que no me creyeras y no tuvieras más remedio que venir a comprobarla- [46] [Á: cute.]
[Á: en la carta de las páginas 45, 46 y 47 escribiste más lindo que en las otras 44 páginas.]
La calle biblioteca, la calle Juicio Final y valle de lágrimas, la calle carnaval, la calle relato y castillo y película de terror, de amor, la calle sin pausa. ¿Para qué mira televisión la gente? [52]
Que esa belleza esté allí, a la mano, tan poco visitada o justipreciada: misterios de la iniquidad. [53] [Á: más que iniquidad, otra cosa. No sé qué]
Despertarse en una casa pequeña, pura, sin ser vista ni oída. Placer. [53]
La gente sólo … puro pretexto de color para ser atravesados por la luz.
La playa feliz, sola de gente … [54]
… tan poderosamente muertas … [57]
[Á: pensar en criaturas (humanas o vegetales o minerales o cosas) débilmente muertas, y poderosamente muertas. ¿Qué hace a un muerto poderoso? ¿Qué la hace débil?]
Me fui por las Guatemalas unas dos semanas. Cómo te hubiera gustado ese país de pájaros y flores inenarrables [57] donde para empezar el aire te acaricia y la gente te sonríe ―cuando no te asalta o te secuestra: al 8 de enero sumaban 83 los muertos violentamente… [58]
[Á: un resumen interesante. Pero no hay una estadística de las caricias del aire ni de las sonrisas de la gente, que seguro hasta el 8 de enero fueron mucho más que 83. Sin embargo, no es una cuestión cuantitativa: un solo asesinado entre co-especímenes basta para hacer indeseable la vida en sociedad.]
… su presencia una fiesta inacabable … [62]
[Á: me recuerda a Fragmentos de un Discurso Amoroso, Barthes, páginas 156/57: Lo que espero de la presencia prometida es una suma inaudita de placeres, un festín … La Fiesta, para el enamorado, para el Lunar, es un regocijo, no un estallido: gozo de la cena, de la conversación, de la ternura, de la promesa segura del placer]
… pedíamos y pedíamos más cuentos, fiestas y colores, y nadie quería o sabía de límites. [63]
Self service
Iba sola y se servía un steak con papas fritas
una fruta quizás pan, y se sentaba junto a la pared
o la vidriera porque iba temprano o muy tarde.
Una mañana llegó con la multitud; su bandeja
tropezaba con gestos actitudes movimientos
y tal vez para huir de sí misma se sirvió nada
sentándose a contemplar sus árboles de Cluny.
Un camarero y la señorita de los tickets
la echaron entre las risas contenidas
de la gente que come comida sin árboles
que bebe sin otoño, que ama sin amor.
Hicieron bien. [66] [Citando un poema de Emma de Cartosio]
… sonrisa y almendra … [67]
Belén, que ha oído que en Perú al pene se lo llama pájaro, dice: “Yo no tengo un pájaro, tengo un corazón”.
Belén me dice que soy buena. Le pregunto por qué. “Porque te quiero”, contesta. Es decir, no me quiere porque yo sea buena, sino que yo lo soy porque ella me quiere. Metafísica paradójica e infalible de la infancia. [69]
[Á: y, quizá funcione un poco así.]
… me siento feliz de poder agradecer. [75]
Casi abril. Siguen las amapolas y mientras cuento unidades, una, dos, diez, veinte, cien, miles de personas mueren reventadas en plazas, puentes y calles. Paseaban, dormían, juntaban recuerdos.
Levanto la vista. Maduran las manzanas y de oro se ponen los membrillos. Obligado a recordar: Nelfa y yo, el camino al faldeo, el amor.
Bajo la vista: el cuaderno, los años, la necesaria y obligada soledad; llueve y la lluvia me devuelve la paz.
Quietos los abedules y muy gris el cielo de la ventana.
Raro. Ningún vuelo y el silencio tomándolo todo.
Caminaré las pocas cuadras que soy capaz de andar ahuyentando escombros. [78] [Cita de LEVI FREISZTAV. ]
… hasta las “altas horas” (sabrás que alto en latín significa profundo, por eso de alta mar) de la madrugada… [83]
¿Qué elegirías vos para ser árbol? ¿Un notro quizá? A ver yo: no sé, algo entre un paraíso o un aguaribay; quizá no importe mientras tenga pájaros. [85]
[Á: Lindo. Pero un poco no sé esa especie de reducción del árbol a tenientedepájaros.]
[Á: pensar en el lado oscuro (sombreado) del asombro.]
… asceta disfrazado de lujurias … [87] [Á: llama así a Levi Freisztav.]
… lo que queda son las palabras, no el destinatario … [88]
… No me devuelvan a mí mismo … [88] [Citando a Claudel]
Pero no es que nos volvamos más viejos: es la puta vida que cada vez se vuelve más joven, y bailando con su bandera de flores nos enceguece y se ríe de nosotros. Nunca la hemos admirado o amado más que ahora, ¿no te parece? Nunca la hemos disfrutado más; quisiera [89] creer que, pobres y acabados como estamos, nunca la hemos merecido más, tampoco. ¿Es así o no? [90]
Sólo que estoy vieja y cuando puedo me escapo a un cine o a una cerveza, sola porque así, acaso egoístamente, los disfruto mejor. ¿Vendrías conmigo, no es cierto? Porque ir contigo sería como estar sola, en el sentido de no tener que detenerse en explicaciones o comentarios innecesarios, estoy segura, y callando sin que nadie te pregunte por qué. [93]
Contó cuando estaba enfermo, de niño, y sacrificaron una vaca y la abrieron y lo metieron dentro de ella durante media hora y renació de la sangre aún caliente del animal, sano y contento. Contó de un cementerio escondido en las montañas, blanco de tumbas blancas, donde se acercó a rezar, y la mula en la que andaba se arrodilló mientras él rezaba. Contó de caballos y perros y gentes y de su padre que despidió a los médicos para morir solo con él, las manos en sus manos. [94]
Qué bien vives lo tuyo, en cambio (aunque te quejes y te pretendas amargado…). [96]
… creo que estabas con nosotros … [97]
Esto de las casas es realmente arrasador. Cuánto se entiende a los que vivieron sólo en hoteles, como Macedonio. [97]
Me consuelan los amigos extranjeros que me visitan cada vez más a menudo y ven en Buenos Aires una sonrisa que debe existir pero que a nosotros se nos vuelve invisible. [98]
¿Sabías que in-ex-orable se dice de los dioses que no reciben las oraciones de sus fieles? ¿Y que la pupila es la muñequita de los ojos –ciruelita en francés- y que tiene que ver, como prima hermana, con la papila, que es el órgano del gusto, como la pupila de la vista? Los idiomas son a veces como grandes selvas abismales y otras como vastas jugueterías iluminadas, y lo más hermoso que tienen es que nunca se acaban. Yo pienso que la empresa del periodismo y de la televisión empeñadas en degradar el lenguaje cotidiano, tiene que ver, inconscientemente, con lo inagotable que es el lenguaje, una inconsumible fuente de placer -¡y de placer gratuito!-, gran peligro y competencia desleal para el capitalismo salvaje. [101]
El país muy catastrófico, caro y corrupto. Lo mejor son el sol y los árboles, lo que significa que tenés que arreglarte una vida con la menor gente posible. [103]
“Yo me voy, estoy triste, pero siempre estoy triste”. [103] [¿Citando a Levi?]
… Arturo Carrera, el último premio municipal, sacó un libro titulado El niño peronista compuesto todo de lecturas infantiles donde se aprende la ñ, por ejemplo –Añoro las patrañas del ñandú- y Evita me ama, por supuesto –que puede leerse, claro, Evítame, Ama, pero seguro que Arturito ni siquiera se da cuenta-. [107]
… por ejemplo orgasme, hasta el siglo XVIII, en francés, significaba ataque de cólera … [108]
Silesius dice “Si no has estado nunca en el paraíso, jamás entrarás en él” [111]
La literatura es la prueba de que la vida no alcanza. [115] [Citando a Fernando Pessoa]
La inautenticidad se paga muy cara [123]
… arriesgarse a fealdades y locuras … [127]
Heidegger y su dasein me parecen tan machistas. O más bien, melancólicamente viriles. Ser un arrojado ahí –eso lo puede sentir solo un varón, incapaz de arrojar ahí– dando a luz… [129]
No aspiramos ahora a la elegancia ni a la felicidad, sino a la verdad y a lo distinto que nos salve de nosotros mismos. [141]
… ¿quién, en este mundo, es el que nos escucha verdaderamente? ¿Y por qué ese alguien puede o quiere escucharnos? [142]
… tu apartarte sin grandilocuencia de lo nefasto. [146]
“como los perfectos, canta su canto sin saber que canta” [147]
Borges citando a Browning: “Cuando nos sentimos más seguros, ocurre algo, una puesta de sol, el final de un coro de Eurípedes, y otra vez estamos perdidos”. [148]
… conversaciones interesantes interrumpidas por llegada de personas opacas … [161]
Un recuerdo de MIT. Debo tener treinta y seis años; solían darme unos veinticinco entonces. Entro corriendo en la oficina de Chomsky y Halle y les pregunto a boca de jarro: “¿En qué se distingue un órgano de una máquina?”. Me miran incrédulos. “En nada, por supuesto. ¿Qué clase de pregunta es esa?”. De golpe se me abrió la cabeza: era la prueba que había estado buscando durante meses. Los americanos no distinguen entre biología y técnica: si la ciencia puede diseñar un órgano, eso es todo con lo que contamos. La naturaleza es, para ellos, un concepto sospechosamente místico. Hay lo que se fabrica y nada más: hay lo que hay. Camino por el pasillo. Me acuerdo de Octavio Paz: el mexicano se sabe arrojado en el mundo; el norteamericano se imagina que él proyecta el mundo, todo el mundo. Sigo pensando que me quedo con los mexicanos. Me gusta pensar que hay alguien más aparte de mí, y otros mundos no me molestan. No se trata de New Age, sino de una preferencia estética por un universo más poblado que el poblado solamente, totalitariamente, por el hombre. [180]
Recuerdo a una amiga de mi madre que recibió una vez una carta de un marinero enamorado de ella -era una mujer fascinante- que decía en su sobre, en todo y por todo: María Ester Bulló – Buenos Aires. El correo internacional de aquel tiempo reaccionó al desafío y le hizo llegar la carta a su casa porteña. Ella, como es debido, enmarcó el sobre y lo puso en un conspicuo lugar de la sala donde recibía. [183]
Pero no olvido algunas de las curiosas circunstancias que rodearon mi período maníaco y pasan inadvertidas en general en la literatura sobre la materia. Por ejemplo, aparte de haber elaborado mi tesis en tiempo récord, yo recuerdo que en aquella época me ocurrían otras cosas sorprendentes: no percibía el frío -podía andar de mangas cortas en la nieve, por ejemplo- y podía decir la hora con precisión sin mirar el reloj; también podía tocar el piano de oído, cosa que ni antes ni después pude nunca hacer. [189]
[A: ¿hay virtudes “dormidas” en nuestro interior, que un estado maníaco (o alguna otra manera de estimulación o autoestimulación o semiautoestimulación) puede “despertar”?]
Por eso me inclino a ver la manía depresiva no como una enfermedad sino como un episodio conmocionante y trascendental que tiene, sí, un componente claramente patológico. Es el reduccionismo racionalista el que sobreenfocó este aspecto y convirtió en sólo enfermedad lo que es una señal extraordinaria que desborda con mucho lo patológico. [190]
… me vuelvo una señora correcta, inteligente, borrosa … [193]
No hay que olvidar que algunas fases no agresivas de la manía producen una reacción social sumamente represiva. La felicidad manifiesta produce curiosidad o terror, cuando no burla: no es un estado de ánimo permisible. Sí el confort, sí el éxito, sí el dinero, sí la fama, sí todos los disfraces vulgares de la felicidad o los taponamientos contra la infelicidad, la pobreza, la insignificancia ;[196] no, rotundamente, la felicidad en sí. Singer (citado por Juan Forn): “Casi todas las desgracias de este mundo son el resultado del temor a la alegría. Tan herética parece la alegría que la gente arriesga su vida para escapar de ella”. [197]
Un cartel en El Tigre: Arroyo el Deseo (sin salida) [213]
Tan misterioso que otros recuerden cosas especiales – acaso esenciales – de nuestra vida y nosotros no. [213]
Uno es uno pero está la vida. Uno hace elecciones en su vida, pero no hay que perder de vista que en realidad la vida elige más que uno. [230]
Por cada libro que se vende a diez pesos los escritores argentinos cobramos un peso, del cual se deduce algo más de un 30 por ciento de impuesto a las ganancias -extraña expresión, en verdad -, de modo que en realidad quedamos reducidos a algo menos de 70 centavos por cada libro nuestro que se edita y se vende. Es decir que, para ser escritor, hay que asumirse como una extraña fusión de Narciso insaciable – porque en general sólo una vanidad casi inconmensurable puede sostener un proyecto de este tipo – y de dama de beneficencia, porque resulta ridículo comparar el esfuerzo y el tiempo que requiere un libro con el provecho económico que de él puede extraerse. Esta mezcla de Narciso y de Caritas produce una suerte de inapelable ridículo y contradicción cómica, que de hecho subtiende y subvierte la vida intelectual, donde se desarrollan horrendas competencias para zafar del desdichado absurdo por medio de becas, premios, viajes, puestos o asesorías y otras prebendas. Narciso, Caritas y Caín se dan así la mano en la figura del malhadado escritor de nuestro medio. [235]
¿Por qué soy tan distinta de lo que escribo? [236]
Como lo dice Steiner: “Muy pocos hombres tienen en sí el ritmo y la cadencia interior de lo que han creado”. [237]
Averiguar si la vida del lenguaje era más vida que la vida. Pero la convicción, la certeza de no ser escuchada me daba entonces, inevitablemente, una voz más intrépida, más áspera, más cierta. [238]
Porque existe algo que no creo tenga nombre, que es el lugar que el alma de uno ocupa en el mundo, el lugar y la extensión, que es única para cada uno; y hasta que no se logra ese lugar y esa extensión, todo es como provisorio y está mal colocado. Muchos sufren de una extensión excesiva, los más de falta de extensión suficiente. O bien la extensión se da en lugares inapropiados y torcidos … [240]
A mí me parece una inmoralidad y una obscenidad contra la gente joven el hecho de que al presentarse un escritor se haga un listado de su trayectoria académica y de sus premios. (El ridiculum vitae de Juan Falú). Esto implica ocultar que nuestra escritura se alimenta más de nuestros fracasos que de nuestros éxitos, y que aprendemos mucho más de las tinieblas y de la soledad que de los grandes aplausos que sustentan nuestra seguridad y nuestra vanidad mientras caminamos por el mundo. ¿Cuál fue la trayectoria de Kafka, cuál la de Simone Weil? ¿Y somos mejores que ellos? [243]
La vejez es saberse no deseable. Una cuchilla central en la conciencia del todavía deseante. Nada más ridículamente trágico que un cuerpo deseante e indeseable, nada más trágicamente ridículo. [248]
Historia de Albi Gelon que cuenta Lydia. Albi estaba sufriendo de un avanzado Alzheimer, y un pequeño grupo de amigos se reunió en su casa para acompañarlo. En un momento dado, él se puso de pie y dijo: “Les voy a pedir que se vayan, porque me voy a morir”. Se miraron todos sorprendidos, y él repitió la frase. A la tercera vez, en lugar [251] de “morir” dijo “dormir”. Respiraron aliviados y se fueron todos. A los cuatro días, Albi murió. [252]
[Á: Tal vez: las cosas que hacemos no son lo suficientemente inútiles]
En La Nación de hoy: “A medida que se aprende a leer, una mayor área neuronal se dedica a las palabras y disminuye la región que se ocupa de las caras”. [253]
El amado es el único mensajero de lo absoluto. El mensajero puede ser falible pero el mensaje no lo es. [253]
una dulzura, un regreso [256] [cita de borges]
Emerson y la nieve y tantas cosas [256] [cita de Borges]
Mirarse las piernas a la mañana y admirarse de que existan y nos lleven todavía, cuando tan pocas son las cosas que todavía quisiéramos llevar y que nos quisieran llevar. El cuerpo tiene lealtades de las que no somos capaces nosotros mismos. [259]
… nadie ya quien me llame a los balcones … [259]
El exceso de todo me abruma, me fatiga, me aniquila. En verdad, en verdad me digo, no estamos hechos para este mundo. A los setenta y seis años, sentirse metidos en vestidos demasiado grandes. Nos queda grande la vida, nos queda grande la historia, nos queda grande el lenguaje. ¿Por qué estará todo tan mal hecho? [261]
Todas las mañanas me arrodillo al lado de mi cama y agradezco al Cosmos por los tres privilegios que me ha concedido:
No me he casado.
No tengo hijos.
No dependo de ninguna institución -en particular, no dependo de la universidad-.
Todas esas características, notablemente, las comparto con Jesucristo. [266] [cita de borges]
Vejez es el placer enorme de pararse ante una vidriera llena de libros y pensar: “Ahora ya no me engañan más”; y entrar a un lugar de luces, con toda gente interesante y elegante, y sentir: “Ahora no me engañan más”. Y ver el sol que se pone y decir: “Ese sí que nunca me ha engañado”. [266] [la misma cita de Borges pero más adelante]
Aceptarnos cayendo como forma de felicidad. [267]
(Es dable pensar que la enfermedad y la muerte ocurren por falta de proyecto y de deseo antes que por causas biológicas, decía Freud.) [270]
… la creación de climas internos … [271]
… los lenguajes humanos saben que el cuerpo es promesa de muerte … [271]
… no tenemos más resquicio de futuro. [272]
Nosotros nacemos dos veces, de la panza al mundo y del mundo a Dios. [273] [citando a “un curita de Tilcara”]
En el Diario de Sandor Marai sobre la muerte de su mujer:
“Literalmente ‘exhaló el último suspiro’. Me quedé durante media hora más junto a su lecho, contemplándola. [278] No estaba seria ni hermosa, sólo diferente. Como si todo el maquillaje de la vida -ira, dolor, alegría, tristeza-, todo lo que reviste el rostro humano, se hubiera borrado. Sólo capté en ella serenidad y nobleza, dos rasgos que quedan siempre ocultos en la cara de los vivos”.
“Es imposible perdonar (¿a quién?) cuando un ser querido muere.”
“Lo que queda no es ‘majestuoso’ sino diferente, indescriptible. No pide, no llama, no comunica. Parece saber algo que se hubiese callado toda la vida”. [279]
Alejandra Pizarnik: “Mis brazos insisten en abrazar el mundo porque aún no les enseñaron que ya es demasiado tarde”. [279]
Kierkegaard: La desesperación es el desconsuelo de no poder morirse. [281]
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