Ir al contenido principal

Obras Completas (y otros cuentos), por Augusto Monterroso. Extractos y anotaciones al margen.

Incluso las simples equivocaciones pasaron a ser hechos delictuosos. Ejemplo: si en una conversación banal, alguien, por puro descuido, decía “Hace mucho calor”, y posteriormente podría comprobársele, termómetro en mano, que en realidad el calor no era para tanto, se le cobraba un pequeño impuesto y era pasado ahí mismo por las armas, correspondiendo la cabeza a la Compañía y, justo es decirlo, el tronco y las extremidades a los dolientes. [p10]

Por primera vez en la historia fue reconocida la importancia de los médicos (hubo varios candidatos al Premio Nobel) que no curaban a nadie. [p11]

[Á: jardineras que no crean ni cuidan jardines. La importancia de no ejercer lo que se sabe.]

… todos están implorando, en el interés de los demás, un poco de compasión que no se atreven a prodigarse a sí mismos. [p16]

[Á: ¿es de obtención más sencilla la aceptación ajena que la propia? ¿es la constante convivencia de veinticuatro horas diarias conmigo mismo lo que me vuelve inaceptable? Podría ser, ya que la convivencia constante (no por ello plena) con otra persona generalmente la va volviendo inapetecible.]

Padece usted una de las dolencias más normales en el género humano: la necesidad de comunicarse con sus semejantes. Desde que comenzó a hablar, el hombre no ha encontrado nada más grato que una amistad capaz de escucharlo con interés, ya sea para el dolor como para la dicha. [p17]

[Á: Todos los colores que entran en 5 centímetros. 5 centímetros que entran entre el borde de un jean y el doblez de una remera. El salto cromático cuando se inclina sobre las tazas.]

No es extraño que de pronto reparara en que el día tiene tan sólo veinticuatro horas, y en que esa desconsideración astronómica constituía un monstruoso factor en su contra. [p18]

Así, ¿hay que decirlo?, ha llegado el momento ineludible en que usted es físicamente incapaz de conservar bien informado al amplio círculo de sus relaciones sociales. [p19]

… harto de luchar con los malos y con los buenos … [p25]

Y es que los hombres, sean presidentes o no, son llenos de cosas. [p27]

… “débiles” y “malos” … [p39] 

[Á: el binomio débil-malo puede ser útil para reemplazar el de bueno-malo. Pero en lugar de un binomio antónimo puede ser un binomio de sinonimia: débil-malo (¿visión quizá demasiado católica?) No olvidar que los binomios atraen una visión muy estrecha, violenta y desplazadora de la realidad.]

Era estudiante de secundaria y estaba enamorado del cine y de la hija de su patrona. [p66]

Martes 12

Hoy me levanté temprano, pero no me sucedió nada. [p78]

Viernes 15

Ayer se me olvidó apuntar mis aventuras, pero como no tuve ninguna aventura no importa. Ojalá que mañana consiga los cincuenta centavos, pues quiero ver una película que dicen que está muy bonita y el bandido muere al final buenas noches. [p79]

Demostrarse a sí mismo que en efecto era un escritor, llevó a Leopoldo un día a comenzar un relato. [p81]

[Á: importancia de ejercer lo que se es.]


Augusto Monterroso. Obras Completas (y otros cuentos). 2012 (Original: 1998). Editorial La Página

Comentarios

Entradas populares de este blog

Breve comentario acerca de "Les Amours Imaginaires"

  " Les Amours Imaginaires " es una película dirigida y protagonizada por el canadiense Xavier Dolan, estrenada en 2010. No la colocaría en mi lista de películas favoritas, pero me gustó. Se trata de una película bastante abstracta, y con esto me refiero a que sus protagonistas (Marie, Francis y Nicolas) son completamente desconocidos: no se sabe de qué viven, de qué vivieron, cuáles son sus aspiraciones... Todo lo que se ve en la película es el triángulo que se forma cuando Marie y Francis, amigos, se enamoran de Nicolas. No hay otra cosa en la película, es completamente sentimental, repleta de miradas celosas, gestos juguetones, sonrisas encantadoras. Sin embargo, visualmente utiliza algunas metáforas que si bien son simples, son muy efectivas a la hora de explicar los sentimientos (y la cámara lenta ayuda mucho en eso): por ejemplo, la soledad que se expresa cuando Francis baja solo por unas estrechas y oscuras escaleras, de espaldas a la cámara y desenfocado, luego d

Refracción no ficcional desde una frase de Elvira Sastre

Procedo a explicar por qué la frase “No vuela quien tiene alas, sino quien tiene un cielo”, de Elvira Sastre, se me presenta como genial (o sea muy linda): Volar es un verbo que connota, más que proezas, sueños, riesgos, la pequeña y dulce valentía de saltar (que sí, siempre es pequeña: ¿cuánto podemos saltar los humanos no entrenados para los juegos olímpicos? ¿un metro de alto?  ¿dos metros o dos metros y medio de largo?), gesto humilde que deviene admirable y astronómico dependiendo el acantilado o la catarata o el planeta del que se salta. En fin, podemos decir que volar es vivir la vida que se sueña, al inalcance de los tontos, que tienen mucha pero mucha masa y entonces la gravedad recae fuertemente sobre ellos, y suelen ser los que tienen gomeras y nuestros propios miedos. Las alas , por su parte, son la posibilidad de volar. Son algo mucho más pragmático, casi un mérito corporal, que vale solo en la medida en que funcionan y sirven para volar. ¿Cuánto se admiran las alas

El momento de decir 'adiós'

  Cuando llega el momento de decir ‘adiós’, los años que encendieron la Luna y el Sol se licuan en lo profundo y salen a flote en los ojos, donde danzan para celebrar y devolver la belleza que han recibido.   Cuando llega el momento de decir ‘adiós’, el verano se hace invierno y el invierno se hace verano, porque la Tierra sigue girando incluso cuando todo está en silencio y quietud.   Cuando llega el momento de decir ‘adiós’, nos convertimos en un piano callado en medio de la sala que el público ya ha abandonado, mientras el último reflector recalentado dibuja las pelusas del aire y la sombra debajo de nosotros. Las teclas no se mueven, pero las cuerdas aún vibran en el interior, murmurando algo indecible. Se apaga la luz hasta la próxima función.   Cuando llega el momento de decir ‘adiós’, cabe en nuestros pulmones todo el viento que sopló, y no hay suspiro que deshinche los recuerdos o la nostalgia.   Cuando llega el momento de decir ‘adiós’, un abrazo es las palabras más a