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Tao Te Ching

  Hace unos días llegué de un viaje y me encontré con que el Tao Te Ching que había encargado estaba esperándome entre los estantes de la librería. Hacía casi un año que quería leerlo, cuando me conquistó el concepto del Dō (道), el eterno camino del aprendiz de un arte. De un arte, y de la vida, o de lo que sea. Ya sean las culturas híbridas de Canclini, la reflexión de Travolta (de que todo lo que conocemos está en camino a otra parte) en Phenomenon, o la capacidad de Ricardo Arjona para recibirse de aprendiz en todo, me ha conquistado la noción de que no existe lo estático, de que no existen los finales ni las metas, de que no existe lo puro e individual, sino que todo es una gran masa que es ella misma desde y para siempre, cada día ella misma, igual, pero en constante transformación, en inevitable transformación. Creo que esa es la idea del Tao, o al menos esa es la manera en que la interpreto, y como nuestros sistemas sensoriales e intelectuales son ambos igualmente caprichosos, con eso basta.
  Todo anda. Podemos ayudarlo a andar, podemos intentar desviarlo, podemos pretender detenerlo, pero al final (y al principio), todo anda. Lo esperemos o vayamos a buscarlo, todo anda.
  El Tao Te Ching fue escrito por Lao Tsé, aunque la breve introducción de la edición que yo conseguí, dice que no hay pruebas fehacientes de la existencia de este personaje, y que la traducción del nombre es "Viejo Maestro", por lo que podemos suponer que se trata sólo de un seudónimo, de un sustantivo que se inventó porque no podemos creer que una obra literaria (o cualquier otra cosa) haya nacido de un nadie, o de muchos nadie. (Todo tiene derechos de autor hoy en día.) Se trata de un libro filosófico que sus seguidores fueron convirtiendo en religión, guiando el taoísmo e influyendo en gran medida sobre el confucionismo y el budismo. Si he de resumir sus enseñanzas en algunas escuálidas palabras casi mías, podría decir que propone que todos nuestros problemas (como individuo y como sociedad) se solucionarán cuando comprendamos que todo está en todo, y que no necesito comprar un castillo, o una montaña, o un continente, o la Tierra entera, o la Luna y las estrellas, o un cúmulo de galaxias, para poseer todo el universo, sino que sólo nos necesitamos a nosotros para conocer los secretos más profundos, y amarlos. "El universo es lo que se halla en nuestro interior."
  Ochenta y un pequeños poemas que encierran lo que encierra un pedazo de tierra del patio de tu casa o un pelo de la nariz de tu profesor más odioso. Eso es el Tao Te Ching. (Y es que es imposible encerrar otra cosa.)
  Lo recomiendo mucho. Es repetitivo, pero su propia filosofía es así. Cada página dice lo mismo, igual que el universo. Si te gusta la filosofía oriental, o la filosofía en general, o la espiritualidad, o los chinos, o simplemente querés algo que leer mientras te vas a alguna parte en colectivo, es una buena opción.
  A continuación algunos fragmentos, por si mi escueta descripción no te ha convencido:

"Igual que el lecho de un río,
el corazón deja fluir,
nunca se llena."

"Abrazar para ser abrazado.
Hacer nacer para renacer."

"...lo valioso nace de lo que no existe."

"Algunos necesitan una fiesta lujosa
o un campo en eterna primavera
para ser felices.
A mí me alcanza con andar en paz
como un recién nacido antes de aprender a sonreír."

"Estoy aparte del resto de la gente
todavía sostenido por la naturaleza."
[Esta frase me ha recordado tanto a Alexander Supertramp. ¿O a las canciones de Eddie Vedder?]

"Siendo infinito, fluye para siempre,
fluyendo para siempre, vuelve a sí mismo."

"...es la sustancia de todas las cosas
sin vigilar a ninguna."

"Una gran inteligencia
se parece a la estupidez.

Un gran discurso
se parece al silencio."

"Sin dar un solo paso
puedes conocer el mundo."

"Las cosas difíciles del mundo
sólo pueden abordarse cuando son fáciles."

"¿Cómo se convierte el mar en el rey de todos los ríos?
¡Porque está más abajo que ellos!"

"La mejor manera de conquistar a un enemigo
es ganarle sin enfrentarse a él."

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