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El hermano de Asís. Ignacio Larrañaga. Extractos y comentarios al margen.

El hermano de Asís
Ignacio Larrañaga
Buenos Aires: Paulinas. 2015.
Obra original: 1980

[Á: no son mi familia, son mis consanguíneos]

… en el fondo de toda tristeza hay escondido un pequeño vacío de afecto … [21]
[Á: me recuerda a la cita de Ernesto Sabato: "...toda vez que nos hemos perdido un encuentro humano algo quedó atrofiado en nosotros, o quebrado."]

Dios, antes de dar a Francisco tal vocación y tal destino, le dio tal madre. [22]

… es locura poner el corazón en las criaturas que a la mañana brillan y a la tarde mueren … [25]

Dejar que las cosas sean: he ahí la fuente de la paz. Respetar las cosas pequeñas. Las grandes se hacen respetar por sí mismas. [31]

Le nació … una especie de ternura o piedad para con todo lo que fuera insignificante o pequeñito. [31]

Para Francisco nada estaba claro, pero todo estaba decidido. [32]

[Á: dulcedumbre, dulcelumbre]

… tenía otra estatura en el espíritu. [45]

… estaba dotado de un sistema nervioso de alta radiación … [48]

Su cobardía, en el mejor de los casos, no era sino ingratitud. [50]

… una distancia insalvable se había abierto entre él y la familia, entre él y la sociedad. Ya no había nada en común entre ellos. Nadie lo comprendía ni lo podía comprender: vivía en otro mundo. [58]

… la profunda corriente de la Gratuidad: lo recibe todo. No merece nada. Todo es Gracia: el vestido, la comida; la mirada, el cariño, el consuelo. [77]

Las aves son libres porque no tienen graneros. [93]

¿Qué culpa tiene él si no ha sido visitado por el Señor? Sin duda, en su caso, yo haría cosas peores. [94]
[Á: es tan pretencioso considerarse más "pecadora" que otra persona, como considerarse menos "pecadora".]

adorar, no resistir, sino aceptar todo maravillado y agradecido, comenzando por la propia pequeñez, adorar, arrodillarse a los pies de la creación para lavar los pies, vendar heridas, poner a los gusanitos en un lugar seguro, servir a la mesa, reverenciar lo insignificante, no despreciar nada, ser hermano mínimo entre los hermanos pequeños de la creación; adorar, aceptar gustosamente que el Presente sea el Distante, y que Aquel que es la esencia de mi existencia sea al mismo tiempo la Otra Orilla; quedar quieto, mudo, estático, amar. [98]

… al admirar, el hombre se torna sin pretenderlo -más pequeño, más hermano, más humano. [103]

… la admiración es el pórtico del amor … [104]

―¡Siempre lo mismo! ―dijo con voz alta y amenazante―; la gente se empequeñece ante los grandes y se engrandece ante los pequeños. … Tocan a la puerta, salen a abrir ―seguía pensando el Hermano―, y en la medida en que sube la alcurnia del visitante, sea por el vestido, la fama o la belleza, en esa misma proporción suben la sonrisa, la ceremonia y la cortesía de los anfitriones. En la medida en que va disminuyendo la categoría del visitante, las gentes van rodando cuesta abajo desde la cordialidad a la frialdad, de la frialdad a la desatención, de la desatención al desdén. ¡Desnudos nos echó el Señor a este mundo! Y no hay categorías. Lo demás son convencionalismos y vestimenta artificial. [106]

El Hermano vio que las gentes nunca aman al hombre puro, la criatura desnuda.
―Aman las cualificaciones superpuestas a la persona. Pero cuando comiencen a fallar, uno por uno, todos los polos de atracción y quede la criatura pura y desnuda, ¿quién la amará? [109]

Humanismo es el culto o dedicación al simplemente hombre, a la criatura desnuda de atavíos y carente de polos de atracción. [109]
[Á: ¿qué somos si nos sacamos las máscaras? ¿un no-rostro? Si borramos todas las particularidades para simplemente “ser”, ¿somos algo? ¿queda “algo” para amar? ¿nuestra verdadera identidad es una ausencia total?]

… sin mirar atrás para analizar, sin mirar adelante para proyectar, viviendo siempre al acecho … [112]

… la sorpresa por ser … [112]

Las cosas más grandes las realizaba con simplicidad, y las cosas más pequeñas las hacía con una cierta solemnidad. [112]

No consultó a nadie. No buscó ningún conductor de espíritu. No recorrió caminos trillados. No entró en ningún esquema. Ni monje, ni sacerdote, ni cenobita. Dios lo lanzó a la oscuridad completa, a la incertidumbre completa y a la soledad completa para recorrer un camino que nadie había recorrido antes, sin saber cuál sería la meta y sin sospechar las emboscadas que le podrían esperar en cualquier encrucijada. ¿Cómo sabía Francisco que estaba en lo cierto? Corrió todos los riesgos. Se jugó todo entero en cada esquina. No recuerdo otro profeta, de cualquier época, lanzado a tan incierta aventura. [113]

… buscar la verdad en el error. [117]

Su persona y su vida eran la verdadera predicación. Había calor y convicción en su palabra porque sólo hablaba de lo que había experimentado. [118]

Además, este mensajero no atacaba a nadie, ni al Podestá ni al clero ni a los magistrados. No se presentaba con aires de reformador, sino como el que ha descubierto un tesoro y quiere hacer partícipes del mismo a todos. [119]
[Á: recordar que nuestro tesoro puede no interesar ni un poco al resto.]

¿Cómo te llamas?
―Egidio ―respondió el otro.
―¡Cómo me gustaría tener un bosque de Egidios! [125]

[Á: quizá, la idea de abolir el uso del dinero es una distracción, un intento fallidamente facilista, como la idea de que asesinar un rey o un presidente termina con la tiranía]

Estos no hablan contra el clero ni contra la nobleza, ni contra nada. Sólo hablan de Dios y la paz. [134]

Nadie quiere ser pequeñito. Creemos que podemos y debemos hacer algo: redimir, organizar, transformar, salvar. Sólo Dios salva, mi querido Egidio. [138]

Hacerse pequeñitos, he ahí la salvación. [139]

… amar y perdonar. Sólo eso, de nuestra parte. Lo demás lo hará Dios. [139]

A primera vista, Francisco arrancaba a los ciudadanos de sus familias, y después de obligarlos a dilapidar sus bienes, los arrojaba al mundo sin dinero y sin hogar. [141]

Ayer estaba feliz, hoy abatido. Anteayer estaba tentado, hoy liberado. No existe el hombre, pensaba el Hermano, ni tampoco la persona. [150]
[Á: no existen personas, sólo estados de ánimo. ¿sólo ánimos? Esta sensación de este instante, pensaría Macedonio. Aunque también creía que las personas éramos relaciones.]

La paciencia y la sabiduría son una misma cosa. [151]

Tenía el arte difícil de abrir las puertas, abriendo las suyas. [151]

¡el Amor no es amado! ¿Cómo se van a amar los hombres, si no aman al Amor? [152]

[Á: dentro de la ficción, de la lírica cristiana, ¿cómo tomarse la actitud de Jesús? Siendo Todopoderoso, se dejó tratar de esa manera, se ofreció indefenso. Ni siquiera propuso una resistencia no violenta, directamente no se resistió. Un no intervenir absoluto. ¿Puede interpretarse esta actitud como una falta de amor propio? ¿Puede interpretarse como amor dejar que el otro nos haga lo que se le cante, para que vea que le amamos? ¿Puede enseñarnos a amar alguien que se niega a defenderse? De cualquier manera, la historia de Jesús puede tomarse también como metáfora de la relación de la comunidad consigo misma, del “autoboicot”, como le llaman algunas corrientes]

Queremos vestir pobremente y no despreciar a los que visten ricamente. [192]

Sólo los jóvenes sueñan porque no han vivido suficientemente. [193]

¿qué otra cosa propone este Pobrecito de Dios sino cumplir al pie de la letra e íntegramente el Evangelio del Señor Jesús? Si este programa es impracticable, entonces, ¡seamos consecuentes!, el Evangelio mismo es también utopía y su autor un fantaseador. Ahora, si el Evangelio es imposible, ¿qué sentido tiene la Iglesia? ¿Qué significa y para qué vale el Colegio Cardenalicio y el Papa mismo? ¿Y qué hacemos aquí? Concluyamos: Todos nosotros somos unos impostores. [195]
[un cardenal defendiendo a Francisco, cuando no querían aceptar su orden por ser demasiado estricta]

-Hay que salvaguardar el orden -decía-. Es necesaria la corrección fraterna, la amonestación, alguna vez la velada amenaza, con tal de que todo eso se haga con paciencia y dulzura. Pero ¿qué es más importante, el orden o el hermano? ¿Y si por asegurar el orden aplastamos al hermano? ¿Y si por respetar al hermano se desmorona el orden? No hay sociedad sin orden, pero, ¿no es la sociedad para el hermano? [219]
[Á: ¿cómo se amenaza con dulzura? Tal vez algo así como “si hacés tal cosa te voy a dar con este muffin por la cabeza”.]

Sabía, por otra parte, lo difícil que es amar a los no amables, y que no se les ama precisamente porque no son amables, y cuanto menos se les ama, menos amables son. [220]

Aunque nadie los escuche, llenen el mundo … [226]

Nadie es malo. A lo sumo es frágil. Lo correcto sería decir, enfermo. [230]
[Á: puede parecer una postura optimisma: no existen personas malas, violentas, sino personas expuestas a entornos que las enfermaron; sin embargo, siempre que se postula a alguien como “enfermo”, se da lugar para que otro se postule como “el médico sanador”.]

No eres hermoso: ¿Por qué todos quieren verte? No eres elocuente: ¿por qué todos quieren oírte? No eres sabio: ¿por qué todos quieren consultarte? ¿Por qué, en suma, el mundo entero acude a ti cuando no tienes nada para cautivar? ¿Cuál es el secreto de tu fascinación? [233]

Él ve lo que hay al otro lado de las cosas. No hay oscuridad que no sea claridad para él. Pues bien, esos altísimos ojos han mirado a la redondez de la tierra y no han encontrado criatura más incapaz, inútil, ignorante y ridícula que yo. 
Justamente por eso me escogió a mí. … Si Francisco de Asís tuviera una espléndida figura, una elocuencia arrebatadora, prolongada preparación en las aulas de Bolonia, y hasta sabiduría como los ángeles, la gente diría: “Es su belleza, es su sabiduría, es su elocuencia”. Pero al no tener nada de eso, las gentes forzosamente tienen que concluir: “Es el Señor”. [233-234]

El hermano que se envanece de sus cualidades (que no son suyas) es un vulgar ladrón. [234]

Estaba escrito que en la vida de Francisco todo tendría aire de romance y fantasía. [239]

Esta terrible audacia, este lanzarse a lo desconocido, este arriesgarse día a día, sólo lo pueden hacer aquellos seres dotados de una fe simple y total. [244]

Tenemos la impresión de que Francisco fue un eterno insatisfecho en su inextinguible sed de Dios y de que un lado importante de su alma quedó incompleto y como frustrado. Por su parte, hubiese sido un feliz y perpetuo anacoreta en cualquier risco de los Apeninos. Fue el Evangelio el que lo sacó de la soledad. 
Ese lado incompleto lo completó Clara. Me atrevo a decir que Clara, con su encierro contemplativo, llevó a plenitud los sueños más profundos, el inconsciente más añorado, el rincón más florido y favorito del alma de Francisco: el ansia nunca saciada de contemplar el Rostro del Señor y de dedicarse exclusivamente a cultivar el deseo de Dios. [246]

Éste es el significado de Clara en San Damián. No hace catequesis, no sirve a los leprosos, no predica la Palabra ni enseña en los centros docentes. Es una vida “inútil”, inservible. Precisamente por eso, su vida contemplativa es la más alta adoración, porque demuestra que Dios es tan grande que vale la pena que se le entregue la vida: que la existencia se queme completamente, sin otro provecho, en su honor. [246-247]

Fueron treinta y ocho años de existencia radiante y oculta. [250]
[Á: no sé qué siento ni sé qué pensar.]

Era ignorante y “partidario” de la ignorancia. [258]
[Á: me recuerda a Masanobu Fukuoka pero lo cierto es que en realidad Fukuoka era un científico con experiencia y formado en universidad. ¿Eso le da más consistencia, o menos consistencia a su discurso contra la fe ciega y absoluta en el conocimiento discriminativo?]

Luchar como un campeón por un ideal, y al final descubrir que el ideal es un delirio de grandeza.
Descubrir al final que uno estaba engañado es mucho, pero no es lo peor. Lo peor es haber arrastrado a multitudes al mismo delirio, descubrir uno mismo que es delirio, y los demás seguir todavía creyéndolo. [263]

… el sentir pretende convencer y engañar al saber, y el saber, sabiendo que se le quiere engañar, pretende a su vez convencer y engañar al sentir en un circuito caleidoscópico y alucinante. [264]

… necedad o falta de apreciación proporcional de la realidad. [270]
La vida, por instinto, se defiende. Cuando no se defiende, es señal de que comienza a dejar de ser vida. [271]
[Á: noción longevista de la vida. ¿No puede la vida evitar defender su extensión temporal, para así defender algo que considera más valioso: la ausencia de malestar? ¿Está más vivo quien lucha por durar maltrecho que quien no lucha para ya terminar con el malestar?]

Conozco el lenguaje de los intelectuales de la Orden: un ejército compacto, dicen, bien preparado y bien disciplinado, al servicio de la Iglesia; la vida tiene un ritmo, dicen, y se llama evolución; el programa de Rivotorto no sirve para la presente realidad; hablan de organización poderosa, disciplina férrea… Señor cardenal -le dijo, bajando la voz-, es el lenguaje de los cuarteles: ¡Poder! ¡Conquista! Yo tengo otras palabras: ¡Cuna! ¡Pesebre! ¡Calvario!
… El Hermano continuó:
―Los ministros tienen una fraseología cautivadora. Es la piel, señor cardenal; si me permite decir, la careta. La realidad es esta otra: nadie quiere ser pequeñito; nadie quiere aparecer como débil ni en los tronos ni en la Iglesia. Todos somos enemigos instintivos de la Cruz y del Pesebre, comenzando por los hombres de la Iglesia. Podemos derramar lágrimas ante el Pesebre de Navidad y sentirnos orgullosos levantando la cruz hasta en los campos de batalla como lo hacen los cruzados, pero nos avergonzamos de la Cruz. A nadie llamaré farsante en este mundo, pero eso es una farsa, casi una blasfemia. …
… En la redondez de la tierra no hay pecador como yo; no estoy juzgando a nadie sino analizando los hechos. El equívoco opera por debajo de la conciencia. Nadie es malo, pero nos engañamos. Las cosas feas necesitan apariencias bonitas. El mundo que va dentro de nosotros necesita un ropaje vistoso. El viejo hombre, el soldado que va dentro de nosotros quiere dominar, emerger, enseñorear. Ese instinto feo se viste de ornamentos sagrados, y decimos: Hay que confundir a los albigenses, hay que aniquilar a los sarracenos, hay que conquistar el Santo Sepulcro… En el fondo, es el instinto salvaje de dominar y prevalecer.
[Á: ¿es salvaje, o es racional?]
Decimos: Hay que levantar grandes conventos para poner en orden y disciplina a una dispersa multitud. Lo que sucede, en el fondo -continuó Francisco-, es que nadie quiere vivir en las chozas. Dicen: Hay que cultivar la ciencia para un servicio eficaz. Lo que sucede es que se avergüenzan de aparecer ignorantes. La Iglesia necesita herramientas de poder, dicen. En el fondo, es que nadie quiere aparecer como impotente. Decimos que Dios tiene que estar encima, predominar. Somos nosotros los que queremos estar encima y predominar, y para eso nos erguimos sobre el trampolín del nombre de Dios. Dios nunca está encima. Siempre está a los pies de sus hijos para lavárselos y servirles, o está clavado en la cruz, mudo e impotente. Somos nosotros los que agitamos nuestros viejos sueños de omnipotencia, proyectándolos y mixtificándolos con los derechos de Dios. [272-273-274]

Cuando nada fuera “suyo”, regresaría la paz. [289]

―Vinieron y se fueron tantas lunas sin verte ―insistió Clara.
―La presencia, ¿vale algo? -dijo el Hermano. [303]

Si piensas en Dios hasta llorar … [309]

El alma es una centella de Dios. Por eso, también ella, en algún sentido, es omnipotente. [309]

… sólo me salen lágrimas. No sé hablar … [319]

―La vida es lucha, y en la lucha surge el conflicto ―pensaba. De ello no hay que asustarse, porque es inevitable. Lo importante es reconciliarse. Es la tarea primordial de todos los días. No puede haber armonía con Dios ni con la tierra mientras haya desafinaciones con los hermanos. [333]

… aceptar gozosamente que Dios-es y yo no soy … [338]

… en actitud de abrazo … [339]

… escuché melodías que el hombre no puede oír sin morir. [374]

No hay milagros. Hay reconciliación. Amé a los lobos, y los lobos me dieron cariño. Amé a los árboles, y los árboles me dieron sombra. Amé a las estrellas, y las estrellas me dieron resplandor. Fui cortés con el fuego, y el fuego me ha devuelto cortesía. No hay milagros.
… El paraíso está en el corazón; el infierno está también en el corazón. [385]

El hombre utiliza su superioridad intelectual para torturar a los animales indefensos. El hombre quiere domesticar a todos, esto es, dominarlos y someterlos a su servicio, y no raras veces a su capricho. Los que se dedican a cazar no son los pobres que tienen hambre, sino los ricos a quienes nada les falta. Matan por diversión. [386]

… el primer mandamiento del amor es dejar vivir a los vivientes. Oh hermano León, si respetáramos, si reverenciáramos todo lo que vive, más aún, todo lo que es, la creación sería un hogar feliz. Y te añadiré una precisión, hermano León: respetar particularmente lo débil e insignificante. Lo grande se hace respetar por sí mismo. ¿Qué gracia tiene respetar a un león o un rinoceronte? Su superioridad intelectual la debería utilizar el hombre para cuidar, proteger y ayudar a vivir a los vivientes. De mi parte he procurado ser el hermano más pequeño entre los vivientes, en especial entre los más frágiles. [387]
[Á: cuidado con pensar que inventar el código binario y los cables de cobre es superioridad intelectual, o superioridad de algún tipo. No es más que necesidad y capricho de sentirnos "superiores"; es decir, nuestra defensa ante sentirnos indefensos. Cuidado también con "cuidar, proteger y ayudar" a criaturas que no lo solicitan y que quizá no lo necesitan; a veces, dejar sufrir o morir en paz es gesto de amor más digno y más saludable que el ímpetu de volverse guardián o salvavidas.]

No hay que atacar nada. No hay que destruir nada, porque todo es bueno. La verdad se defiende por sí misma. [390]

… te he dicho mil veces, hermano León, que soy el mayor pecador del mundo, y esto no es piadosa exageración, falsa humildad o visión desenfocada. Cualquier mortal que hubiese recibido las gracias que yo recibí, hubiera correspondido con más generosidad. ¡El hijo de Bernardone es un santo! ¡Qué abominación! [395-396]
[Á: medirnos según lo que hemos recibido]

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