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El que tiene sed. Abelardo Castillo. Extractos y comentarios al margen.

El que tiene sed
Abelardo Castillo
Buenos Aires: Booket. 2012
Obra original: 1985

Escribió sobre su cobardía y su egoísmo, y era consciente incluso del egoísmo y la cobardía que significaba la liberación de escribirlo. [37]

No habría más que abandonarse y aceptar las pueriles, hermosas, inocentes cosas de la vida, atarse a la vida y dedicarse a crecer y multiplicarse, ni hace falta amar, basta un poco de alegría. Yo sé que pude eso y no lo quiero, y ahora, aunque lo quisiera, ya no podría, porque también sé que algo hice, o sucedió algo, que me volvió desdichado, ya termino, algo que me dejó sin alegría para compartir con nadie. [38]

… y lo que ató esa vez en esta tierra le será atado en algún Cielo … [51]

Buenos Aires era una fiesta. Venía un tipo y te mordía la oreja y eso se llamaba happening. [58]

Debo visitar un lugar, un jardín… ¿Has visto un pinzón alguna vez? Yo tampoco, pero allí hay pinzones, toda clase de pájaros y flores. Oropéndolas, catleyas, tamarindos, suimangas, tanágridos; pájaros que tienen nombres de flores y flores que resuenan como pájaros… Siempre amé las palabras, su sonido, antes de saber qué significaban… Me está matando la belleza que veo en todas las cosas, Liz. [69]

Lo inesperado produce dos efectos. O por lo menos dos. Lo inesperado es el fundamento de lo cómico; ahí está uno de los efectos. El otro efecto es el miedo. [71]

… su tía y su gemela astral, únicas mujeres que treparon a su corazón sin hacer escala en su bragueta … [72]

… que Kant confundió tiempo con eternidad o que el tiempo no es una intuición pura sino una pura ilusión del movimiento, y que el espacio, en cambio, subsiste aun en la inmovilidad absoluta y en la nada. [89]

Usted piensa que yo debí matarme más o menos a su edad. No me maté, Espósito, por falta de interés. Para matarse hay que tener cierto grado de pasión. Yo no soy un suicida ni un autodestructivo, ya se lo dije. [91 y 92]

Él, todo entero, no es más que una infinita variación de frases ajenas. [103]

Si lo das todo, menos la vida, has de saber que no diste nada. [103]

¿Qué es la felicidad? Nada. Una palabra para designar algo que siempre ocurre en el pasado, y, como siempre ocurre en el pasado, resulta que nunca ocurrió. Vale decir, no existe. [105]

Y si los señores quieren saber algo sobre
la poesía, lo que es la poesía, se lo diré:
Es un señor o una señora, un niño o una niña,
sentados o parados, en Bolivia o en
Indostán, levantando un brazo cuando
pasa un tren.
[110]

―Hoy es exactamente 11 de octubre ―dijo―. Hace once años, en octubre, viajé a Córdoba y también llovía. O sea que era otoño. Y hace más o menos una semana sucedió algo en casa de Mara. Y eso sólo pudo suceder en octubre. Y lo que sucedió es que literalmente le desmoroné la casa. ¿Por qué? Nadie va a creerme. Porque descubrí que Mara no tiene cosquillas. ―Esteban se estaba riendo de tal modo que se cayó del sillón―. Y esa cucaracha es real ―dijo de pronto con súbita seriedad. [139]

Y espero con todo el corazón que nadie haya entendido de cuanto llevo dicho la polvorienta estupidez de que no hay enfermedades sino enfermos. También la Virgen de Lourdes sabe esto. Hipócrates bostezaba cuando lo oía. Lo diré en román paladino. No hay la hemorroides, en efecto: hay el hemorróidico, diferenciado caballero que, si es Dostoievski, combina el dolor de culo con bruscos ataques de epilepsia y con la redacción de Los hermanos Karamazov. Pero también hay hechos. Y el hecho acá es que la hemorroides siempre se localiza, nunca produce epilepsia y jamá facilita, más bien dificulta, el sedentario ejercicio de las letras. El alcoholismo, en cambio, estalla en cualquier parte, del hígado a las meninges, es propicio al arte de la escritura y, por si fuera poco, causa almorranas. [152-53]

… son meramente pensamientos puestos en el espacio … [156]

No da miedo el monstruo, sino la certeza de que, aun no existiendo, se lo ve y se lo siente. [156]

Detestaba el sol, es verdad: le despedazaba los ojos; pero había oscuridades ambiguas que, ciertas mañanas, no podía soportar. Como tampoco soportaba, demasiadas noches, la tiniebla plena. ¿No habría en esta tierra una luz adecuada para él? [160]

[Á: Ayuda Idónea podría ser un personaje de Macedonio.]

… huérfano voluntario. [171]

Y a su edad, hija querida, los minutos son etapas geológicas. [172]

… se quedó callada como para siempre. [173]

Hombre que es y no es Espósito, como sucede en los sueños, y que sale hacia alguna parte con un mapa de la Sirenita. Pero igual se pierde. Va en auto. Va en un Citroën 11 Ligero 1947. Se pierde para siempre en un desvío. Es verano pero va a nevar, lo sabe. Los pájaros de la zona no son biguaces ni patos del tabaquero, pero tampoco dejan de serlo. Más que nada son medio alargados. Los naranjales tienen un color raro, la radio del auto transmite noticias vagamente malignas, en un castellano correcto del que, sin embargo, no se entienden las palabras. [179] [Á: me parece una muy buena descripción de lo difuso y exacto de los sueños.]

… el tiempo no fluye. Las cosas siempre suceden ahora. Están sucediendo. El tiempo, hijo, el tiempo de los relojes de Königsberg, el necesario tiempo kantiano, inventado para que los hechos se ordenen de algún modo, es una noción de Afuera. Es para los que esperan el colectivo, el suelo, los llamados por teléfono, las menstruaciones puntuales, y ya se va a acostumbrar … [180]

¿Ve ese árbol? Yo también lo veo. ¿Eso significa que esté ahí, que sea un árbol? Sí y no. Significa que, con la luz adecuada, vemos lo que hace falta ver. Para qué hablar, entonces, para qué tomar notas. [183]

Lo estoy estudiando. Tiene perfil de ave de rapiña. Con esa jeta hay de todo. Cóndor, lorito, águila, chimango. Para saber si lo quiero tengo que verle las alas extendidas. [185]

Dios es medio raro, cuídese. [186]

―Escúcheme. Vengo a hablarle de Fiksler. Ese hombre no tiene nada de loco.
El doctor Miguel mira por fin directamente a Esteban. Lo mira con un ojo celeste a través de su lupa triangular.
―¿Se da cuenta de lo que me está diciendo?
―…
―Me está diciendo que don Jacobo tiene un sistema de asociaciones y defensas tan parecido al suyo que usted no lo nota. Vaya. [187]

¡fuera de mi bosque! Y mientras dábamos fin al almuerzo yo pregunté por qué le llamaba bosque al níspero. [196]

Acabo de escribir domingo; antes hablé del primer día. Son hábitos verbales, expresiones para situar en alguna parte lo que sucede en cualquier orden. La palabra día designa la menor unidad temporal de un ciclo o internación que abarca tres veces tres periodos que van desde mi llegada al momento en que la Sirenita, volviendo de sus dunas, me encontró borracho en una comisaría de Pilar o Ingeniero Cabred, con una flor blanca en el bolsillo, en estado de coma pero vivo, y donde empieza o termina otra historia. Que no es ésta. Ésta no empieza ni termina: sucede. El antes, el después, son nociones de más allá de la ligustrina. Tampoco es muy correcto decir más allá, la sola palabra lugar ya postula un equívoco. Lo que me pasa habría que contarlo en hopi, lengua misteriosa que carece de palabras para el espacio y el tiempo. [197]

Una sensación no puede ser falsa o verdadera. La interpretación de lo que sentimos es el sentido de lo que sentimos. [204]

… tu barco desarbolado … [207]

… mamá ha salido y el chico tiene ojos para ver pero no ve que vuelva … [208]

… no hay nada más monstruoso que uno mismo hay que aprender a odiarse más que a ningún ser vivo … [209]

… y volví a ser el barco desarbolado su tripulación y la tormenta encallé muchas veces vi las ciudades de ágata y de sangre vi el platano que exuda flores que exudan pesadillas vi las pesadillas de esa ciénaga eran así una mujer sin rostro una mujer sin sombra una mujer con el sexo coronado de espinas una niña violada por un monstruoso humanoide al que aferro de un hombro con asco y se da la vuelta y me mira sonriendo y tiene mi cara quise huir de mis sueños y entré desnudo en un bar pavoroso que era un laberinto que era el centro de un espejo poliédrico donde lo único que no se reflejaba era mi cara sino sobre mi cuello el rostro de mi madre de mi padre de Beatriz de Santiago de Mara vi cien veces mil rostros familiares o amados apenas entrevistos o tan remotos como si nunca hubieran existido también los rostros de Ellos también todo el panteón me miraban sin odio sin tristeza sin piedad con la fría indiferencia de los astros y pensé son los jueces son todo lo que soy van a juzgarme y huí dando gritos tropezando lacerando mis pies con vasos rotos con pedazos de espejos con botellas ardientes y volví al manigual volví a salir aullé bajo la luna en cuatro patas vi derrumbarse el eucalipto de una casa en un pueblo vi talar un olivo centenario pero nunca más encontré al chico del umbral … [209-210]

Lo que yo pensaba es que usted evitó mi muerte. Y eso no es salvar la vida. No sé si advierte el matiz. Quiero decir que un torturador, por ejemplo, puede hacer lo primero sin proponerse en absoluto lo segundo. [222]

El complejo de Edipo no existe, es complejo de culpa. Por haber hecho sufrir a la madre al nacer. [227]

Es plena mañana y hay sol, y yo estoy vestido de pijama, pero sé que en otro lugar de este mismo lugar es de noche y canta un ruiseñor, todo esto es quizá su canto … [238]

[Á: entristecido. En tres té he sido]

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