Cuando me pongo a considerar las diversas agitaciones de los hombres, los peligros y los dolores a los que ellos se exponen, en la corte, en la guerra, donde nacen tantas querellas, pasiones, empresas osadas y a menudo nocivas, descubro que toda la desgracia de los hombres viene de una sola cosa, que es no saber permanecer en reposo en una habitación. [7] [acá tá citando a Pascal]
[Á: o en un jardín.]
Al despertarme hago un largo cálculo, con funciones y algoritmos. Ocurre cada mañana, y el resultado soy siempre yo. Esto me sorprende. [24]
Ensayo la alegría. Después miento. [30]
Pero sabemos de nuestro hidrógeno y nuestro oxígeno, que somos agua además de polvo, y que el agua corre. [37]
… le gustaba escucharme, porque le parecía la mía una amargura pintoresca, inofensiva … [47]
… era incapaz de distinguir el treinta y dos del veintitrés. [62]
Esta larga y juiciosa equivocación, el pasado. Durante años supe que me equivocaba, pero siempre por el camino más difícil. Esto me redimía. [72]
[Á: me recuerda a la cita esa de no abandonar un camino sólo porque te costó llegar hasta ahí. Y a la de Boris Vian: "Eso es falso. Luchar no significa avanzar". Yo mismo, traicionando mi lógica y todo mi escepticismo, siento (no pienso) que las personas que sufren son las que se merecen el mundo, y no nosotras]
No me quería. Me hubiese tirado. [88]
[Á: yo alguna vez quería dejarme a mí en la cuneta.]
Uno se va la mañana que sigue a una noche, o la tarde después de un mediodía donde uno ha decidido quedarse para siempre. [88]
… parecía pasarse el día forcejeando enormemente para no caer en la más rotunda alegría. [83]
… razones muy válidas (porque suyas) [91]
[Á: la honestidad ante la lógica. Honestidad. ¿Cuántas veces escribí esa palabra estos días?]
Unas caricias bastaron para que yo me pusiera triste como puede hacerlo uno cuando, a pesar de toda otra señal, sospecha que lo quieren … [102]
Julia era una mujer tan bien intencionada, decía que sólo importaba el amor. La vieran reírse, o acariciar a Kolya. Uno le creía todo. [104]
… irse a … su otro lado del mundo. [114]
… yo tenía la debilidad de sentirme feliz. [116]
[Á: debilidad, o culpa. Otra vez eso de que el dolor parece ser "más digno". Dignidad, cursilería legislativa, como eso de los derechos.]
En la fila para comprar los pasajes dejábamos pasar a la gente, sin querer avanzar. [117]
[Á: jugar a que los colectivos urbanos pasen, hasta tomar recién la última posibilidad.]
Soy feliz incansablemente, todas las adversidades me alegran. El frío, la nieve, la silla vacía al otro lado de la mesa a la que ahora me pongo a comer. [121]
… los clientes llegaban a la panadería buscando grasas y glucosas, ávidos como las grandes moscas que eran. [121]
Pero esa noche no era débil, era la más triunfante de todas, porque no tenía nada en los bolsillos, ni nombre, ni cosa alguna en el corazón. [123]
[Á: asepsia emocional e intelectual. Logro zen.]
Cuánto me hubiera gustado bajarme de la calesita del yo. [124]
¡Qué ridículas eran las puertas y las ventanas! ¡Cuánta gracia me causaban las patas de esos muebles! Me subí a la silla. Quise cortar el cable de la lámpara de techo, pero ni siquiera en puntas de pie pude lograrlo. Apagar simplemente la luz me parecía poca cosa. [126]
“Eso”, concluye algo mortecina, “es porque les faltaba la prueba de amor.”
El caso es la historia de dos cualquieras que no habían conseguido ser amantes de final feliz, como tantos otros de los que tantas veces hablábamos; pero Julia se empeña esa tarde, mientras afuera se esconde un Berlín brumoso, de explicar todo fracaso por la ausencia de ese truco. La prueba de amor esto, la prueba de amor aquello; que se la pide un amante a otro; que no tiene sentido; que es caprichosa, y hasta maldita. …
“Uno la pide sin explicaciones, y no hay nada que temer. Quiero que mañana vengas, quiero que no vengas, y así. Un viaje en tren, una renuncia, todo sirve” … [148]
[Á: no parece tan loca esta hipótesis sociológica; el tema es qué pasa cuando la prueba es obtenida. ¿No se piden más pruebas? ¿Cuánto tiempo sirve? Y tal solicitud, ¿es un indicio de que no se confía plenamente en la otra persona, o un indicio de baja autoestima?]
Cada despedida. Mariana Dimópulos. Buenos Aires: Adriana Hidalgo editora. 2010.
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