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River Vs Boca; Deporte Vs Negocio; Humanos Vs Humanos

  Me dan ganas de llorar. Quizá sea porque es lo único que se puede hacer desde el lugar en el que estoy, desde la silla en que está cada ser humano, solo, aislado, sintiendo lo mismo que yo.
  No estamos en una ciudad, o en un país, o en un medio deportivo en el cual unos pocos neuróticos lo manejan todo, estamos en un mundo que funciona así, y lo más triste es que esos neuróticos son nuestros hermanos, nuestros compañeros de especie y de vida, con el mismo cerebro y la misma sangre.
  Dinero, dinero, dinero. El alma de todos esos neuróticos, su sangre, sus sueños, su vida misma. No hay nada más ante sus ojos ni alguna otra cosa que busquen sus manos. Dinero. El dinero es como sus padres y sus hijos a la vez, como sus abuelos y sus nietos, como sus amigos y sus parejas, y harán todo lo posible por mantenerlo cerca de ellos.
  Un tipo, dos, tres o cuatro, rodeados por más de cuarenta cámaras, más de cuarenta mil personas, más de doscientos ‘efectivos’ de seguridad, logran echar en la cara de otros humanos un líquido capaz de quemar sus ojos y su piel. ¿Y por qué hacen eso? El móvil es incluso menos racional que el movimiento mismo: ‘su’ equipo de fútbol va perdiendo en un resultado global contra otro equipo de fútbol en una competencia internacional. Cuánta valentía en este o estos señores.
  Pero lo peor no es lo que transforma a un ser humano como vos o como yo en gente capaz de atentar contra el cuerpo de alguien más, sino todo lo que ocurrió antes y después de ese hecho que dura tan sólo unos segundos: permitir el ingreso del victimario; proporcionarle todos los elementos necesarios para actuar; hacerse a un lado y dejarle el espacio libre mientras actúa; jugar al ping pong con la responsabilidad de lo sucedido entre los encargados de seguridad privada, los dirigentes de un club, los policías; querer seguir un partido de fútbol como si no hubiese sucedido nada cuando cuatro de tus colegas tienen quemaduras de primer grado en la cara y ni siquiera pueden abrir los ojos; querer lucrar con el malestar físico de otros seres humanos; preocuparse por cuándo se continuará el partido o si se lo dará por terminado más que por cuándo se solucionarán todos estos problemas. Público, dirigentes, jugadores, árbitros, policía, periodistas, gobernantes, todos nos hemos unido para complotar contra el deporte de la manera más eficaz que pudimos encontrar, y logramos vencer por goleada al espíritu deportivo y a los valores supuestamente humanos. Esto no es una cuestión deportiva o política, es una cuestión social, y una cuestión humana y psicológica de cada uno. Esto no me duele ni como hincha de fútbol ni como miembro de una sociedad, me duele como miembro de una especie, como a cualquier humano podría dolerle, como a muchos otros humanos debe estar doliéndole en este momento.
  No es que el fútbol sea así, el mundo es así; así vivimos, y es de esta manera porque todos ponemos o sacamos nuestro granito de arena para que así sea.
  Neurosis. Corrupción.
  Esto debería ser suficiente para decir “adiós”.

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