Antes veía a las cámaras fotográficas como pequeñas máquinas del tiempo, capaces de hacernos viajar al pasado de una manera tan eficaz como la de cualquier máquina de ciencia ficción (aunque ciertamente no de una forma tan dramática), más allá de que no podamos cambiar lo que sucedió (que nuestros recuerdos se alteren por falta de atención o interés, no es un verdadero cambio en los hechos… ¿o sí?). Sin embargo, hoy, observando una fotografía en la que mis hermanos y yo somos sólo unos niños que aún no han podido ni terminar la escuela, cambié de parecer, y me di cuenta de que en realidad se trata de máquinas de no-tiempo; todo lo contrario. El mundo encerrado en las fotografías es un mundo al cual se le ha eliminado el tiempo, y por lo tanto, no se puede acceder ni salir de él, no se puede cambiarlo, nada puede transformarse o moverse. Así es como sería también nuestro mundo sin esa cuarta dimensión temporal cuya existencia algunos nos negamos a aceptar; lleno de espacio, lleno de cosas, pero vacío de tiempo, incapaz de expresar la vida que quizá tenga, y por lo tanto también incapaz de morir, simplemente inerte.
Procedo a explicar por qué la frase “No vuela quien tiene alas, sino quien tiene un cielo”, de Elvira Sastre, se me presenta como genial (o sea muy linda): Volar es un verbo que connota, más que proezas, sueños, riesgos, la pequeña y dulce valentía de saltar (que sí, siempre es pequeña: ¿cuánto podemos saltar los humanos no entrenados para los juegos olímpicos? ¿un metro de alto? ¿dos metros o dos metros y medio de largo?), gesto humilde que deviene admirable y astronómico dependiendo el acantilado o la catarata o el planeta del que se salta. En fin, podemos decir que volar es vivir la vida que se sueña, al inalcance de los tontos, que tienen mucha pero mucha masa y entonces la gravedad recae fuertemente sobre ellos, y suelen ser los que tienen gomeras y nuestros propios miedos. Las alas , por su parte, son la posibilidad de volar. Son algo mucho más pragmático, casi un mérito corporal, que vale solo en la medida en que funcionan y sirven para volar. ¿Cuánto se admiran las ...
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