“separaciones mínimas” es un breve libro de Germán Machado y Matías Acosta.
Digo ‘breve’ porque tiene muchas menos palabras que una novela del siglo XIX o
que la Odisea, pero eso no implica que el tiempo que uno le dedique sea corto.
Está en cada uno volver atrás las páginas, releer, quedarse mirando una
ilustración y pensando, construyendo sentidos, tal vez sentimientos.
Ambos autores son uruguayos (Machado, encargado de la parte
literaria, nacido en Montevideo en 1966; y Acosta, encargado de las
ilustraciones, nació en Paysandú, en 1980), pero con dejar sus nombres y algún link abajo para
que cualquier persona interesada los investigue, me parece ya suficiente. No
escribo esto para hablar de ellos, porque nunca hablé con ellos, y mi misión es
hablar acerca de este libro, que hace unas semanas incluí en mi lista de “libros
favoritos”.
“separaciones mínimas” tiene una apariencia artesanal que me llamó
desde el principio. Su portada es mate, con una coloración que simula un papel
avejentado, amarillento, texturoso, y cuenta con un diseño muy sobrio que
centraliza el título en la parte superior, el dibujo de una silla mirando hacia
un paisaje habitado sólo por dos árboles muy verticales, y los nombres de los
autores. Aquellas características más el encuadernado de hilo, me hace pensar
más fácilmente en una persona escribiéndolo, en una persona acomodando sus
hojas y perforándolas, quizá un domingo nublado, quizá un miércoles a la tarde
antes de merendar. No es lo mismo comprar un libro así que uno que salió casi
terminado de una máquina, junto a otros diez mil, y que en el momento en que
los editores quieran puede tener otros diez mil hermanos idénticos. Así que su
apariencia exterior fue lo que me motivó a tomarlo.
Cuando levanté el libro de la mesa de exposición y lo abrí para ver
qué onda, me encontré con algo que, ya visualmente, me cautivó: páginas
translúcidas (qué cautivable soy, ¿no?), modestos poemas impresos en un papel
que cualquier otra persona podría usar para calcar un mapa en la escuela o para
difuminar la luz de una lámpara. Sí, a veces me atrapan como a un niño, pero
estoy feliz por eso. Igualmente, las páginas translúcidas se habrían esfumado
si no hubiesen tenido una función poética, si hubiesen sido sólo un “uh, ¿y si
usamos páginas transparentes? Va a quedar re loco y genial”. La transparencia
permite ver borrosamente la ilustración de la página siguiente, actuando como
una “separación mínima”, como si, tal vez, el poema y la ilustración fueran la
misma cosa. Pienso esto porque los poemas tienen como temática las distancias,
las mínimas distancias que hay entre las cosas, la extrema similitud que
existe, por ejemplo, entre las palabras: matrices / matices; bajo / tajo; saxo / sexo ; etcétera. “la gasa sobre la
herida / la herida bajo la gasa: / esa distancia” es la que nos separa de la
atmósfera, de la persona que abrazamos, de la luz del Sol que nos derraman
encima, del perro cuyo lomo surcamos con nuestros dedos, del pastel que
saboreamos con la lengua, del pasto en el que nos tiramos a ver ese cielo que
parece estar ahí pero está acá con nosotros.
[Y acá iba a decir algo de las ilustraciones]
¿Cómo conseguir el libro? No tengo idea. Yo lo adquirí en una feria,
pero a continuación dejo enlaces a la página de la editorial a las de los
autores. También voy a dejar algunos fragmentos del libro que me gustaron.
Muchas gracias por leer.
Ediciones de la Terraza: http://edicioneslaterraza.com.ar/
Gabriel Machado: https://machadolens.wordpress.com/
Matías Acosta: http://www.matiasacosta.com/wp/
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