Esta es una canción que improvisé en enero de este año (2015). No es ninguna gran obra profunda, sólo un breve relato acerca de un joven que termina encantado (¿o enamorado?) de una mesera cuando va a una cafetería. No está basada en ninguna experiencia real, ni personal ni de terceros, así que si vos, que me atendés en esa cafetería, ves esto, no creas que me refiero a vos: que la mesera tenga el cabello claro y los ojos oscuros es sólo una coincidencia. No, es broma, esa es sólo una indirecta falsa. Nadie me atiende, nunca voy a cafeterías.
Disculpen la reverberancia, quería grabar en esa habitación, y estaba demasiado vacía.
Muchas gracias por ver, leer y escuchar.
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Letra:
Él la conoció una tarde en que fue a un café,
pero ella no lo vio a él.
Sus ojos se robaron una nebulosa
y su cabello algo de miel.
Nervioso y tartamudeando, él pidió la orden:
"tráigame un poco de té".
En cuanto le dio la espalda, él ya la extrañó,
mirando sus hombros se quedó.
Sabe que nunca lo mirará
una chica como ella.
Para siempre será
sólo "un cliente en una mesa".
Con temblor en sus manos él decidió regresar
tres veces a la semana.
"Buenos días, ¿qué es lo que quiere para tomar?"
es todo lo que ella decía.
Luego de un mes ya se sentía cansado,
y decidió arriesgarse:
ella volvió a preguntarle "¿qué le traigo, señor?"
"Tráigame un beso, por favor".
Él sabía que iba a resbalar
con una chica como ella.
Nunca se habría de imaginar
que era "el chico sin nombre de esa mesa..."
que era "el chico sin nombre de esa mesa..."
que era "el chico sin nombre de esa mesa..."
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