CITA#14 - Liviano recorrido por un Museo del Porvenir de los Albatros Negros y Otras Botánicas Intersofales
En la Sala de los Enredos Azules y otros Movimientos Brownianos, el rostro desenfocado y a medio armar de un niño que no pudimos ver porque el colectivo suele ser así, en movimiento; un pedacito de pulpa de durazno atascada junto a un incisivo y los constantes empujones de una uña maltratada por el hábito de una niña que sólo quiere pintar celestes las nubes; y la cereza del postre: esa que el hijo de Luz sacó del helado por peligroso exceso de carbohidratos dulces y artificiosos tonos colorados.
En la Sala de los Estornudos Atrapados en el Codo, los manchones de dos frases, un poema y cinco canciones camufladas en el lenguaje matemático del ingeniero civil que va a reparar el puente Zárate-Brazo largo; la plaza de Naciones Unidas cuando hay rocío y sueño y viaje en tren y el recuerdo tan poco patente, tan poco predecible de la Facultad de Derecho un mes antes; un camino tapado por soja. Y hay también un barrilete azul y amarillo en la pieza donde una nena tuvo miedo del malo de los Power Rangers.
En la Sala de Uno, un pororó que no te dejaron levantar del piso y que ahora las hormigas admiran pero no se animan a tocar; y el frío solo, sin el café de la taza que estaba cerca de la ventana de una casa abandonada a las corridas; el aire de una pelota que se pinchó y un señor sentado al lado, con la cara enrojecida, envioletada, enrocada, aguantándose la respiración para no inhalárselo.
En la Sala de Huecos en Alpargatas y en Habitaciones, por su parte, un árbol lleno de limones, que caen al suelo hasta que desaparecen. Hay nenes jugando al fútbol en una calle y hay las interrupciones de cada auto y la división cuidadosa a ambos lados y uno con la pelota abajo del brazo. Hay la erosión de la suela de ciertas obras.
En la Sala de Pantalones Ecuatorianos y Otras Hegemonías en Centros Polentarios, un acento porteño, un techo de paja manteniendo seco a un chico que almuerza un sándwich de atún, unas ganas tremendas y tres mentas de verte, un anillo armado con los ruiditos de dos grillos bien escondidos en el pasto, una sonrisa tímida con dos dedos que la cubren, y once gotas de jugo de manzana saltando desde la pulpa a las comisuras de una chica colgando los pies de un árbol.
https://teytostadasconmiel.tumblr.com/
En la Sala de los Estornudos Atrapados en el Codo, los manchones de dos frases, un poema y cinco canciones camufladas en el lenguaje matemático del ingeniero civil que va a reparar el puente Zárate-Brazo largo; la plaza de Naciones Unidas cuando hay rocío y sueño y viaje en tren y el recuerdo tan poco patente, tan poco predecible de la Facultad de Derecho un mes antes; un camino tapado por soja. Y hay también un barrilete azul y amarillo en la pieza donde una nena tuvo miedo del malo de los Power Rangers.
En la Sala de Uno, un pororó que no te dejaron levantar del piso y que ahora las hormigas admiran pero no se animan a tocar; y el frío solo, sin el café de la taza que estaba cerca de la ventana de una casa abandonada a las corridas; el aire de una pelota que se pinchó y un señor sentado al lado, con la cara enrojecida, envioletada, enrocada, aguantándose la respiración para no inhalárselo.
En la Sala de Huecos en Alpargatas y en Habitaciones, por su parte, un árbol lleno de limones, que caen al suelo hasta que desaparecen. Hay nenes jugando al fútbol en una calle y hay las interrupciones de cada auto y la división cuidadosa a ambos lados y uno con la pelota abajo del brazo. Hay la erosión de la suela de ciertas obras.
En la Sala de Pantalones Ecuatorianos y Otras Hegemonías en Centros Polentarios, un acento porteño, un techo de paja manteniendo seco a un chico que almuerza un sándwich de atún, unas ganas tremendas y tres mentas de verte, un anillo armado con los ruiditos de dos grillos bien escondidos en el pasto, una sonrisa tímida con dos dedos que la cubren, y once gotas de jugo de manzana saltando desde la pulpa a las comisuras de una chica colgando los pies de un árbol.
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