Huir,
como si quemara la sombra,
huir,
como el viento, como el agua, como la piedra,
huir del mar, huir de la sal,
huir de la arena, huir de la vida
como si la vida en ello nos fuera;
de los brazos de la matrona,
de los del sepulturero;
Huir
de domingos con prisa,
de madrugones graníticos,
de siestas calcáreas,
de sueños de arenizca,
de poemas en servilletas,
del dogma sin crítica y de la crítica con caretas,
de la academia sin sangre y de la sangre sin sapiencia;
Huir
de quien canta un salmo igual que un gol,
de quien canta un gol igual que un parto,
de quien imboca guerra con paz en la boca,
del disidente a deshora,
de quien por ti mataría y de quien sin ti se mata,
de la lucha sin sentido y del sentido en simulacro;
Huir
de quien no ama belleza,
de quien no consume belleza,
de quien no devora belleza,
de quien no es un adicto empedernido a la belleza
y la busca hasta en los recovecos más repugnantes del mundo,
porque sólo nos salvará belleza;
Huir
de todos los demás hasta quedar solos,
de los ecos, los reflejos,
los fuimos, los habíamos,
los hubiéramos, los habríamos sido,
de ti, de mí, del nosotros, del como ellos,
los para siempres y jamases;
Huir
de quien tiene más camino en la lengua que en la suela,
más cicatriz en papel que en la piel,
más curriculum que vida de capa y espada,
huir de uno mismo,
de quien dice ser uno mismo,
él mismo desde sí mismo,
de quien se busca y de quien se pierde
por seguirse y por seguir a quien se pierde;
Huir
del polluelo muerto en la mano y los cien volando en la cresta,
del loco deslunado,
del águila sin sol,
del poeta sin poema,
del monje sin hábito,
del rey sin corona,
de la mona sin seda,
del emperador sin traje nuevo
y del reo sin condena;
Huir
de Marte sin espada,
de Venus sin pasión,
de Judas sin beso,
de Narciso sin espejo,
de Orfeo sin lira,
de Betty Boop sin liga,
de San Esteban sin martirio
y Don Quijote sin delirio.
Huir
de quien teme amor,
de quien avergüenza amor,
de quien burla amor,
de quien amor, aquella maravillosa putada
rinde tributo en rituales huecos,
frases hechas,
flores por encargo y cuernos de puta triste
y entregan un sufructo de cuerpo cansado,
que sólo amor mata amor
y todo lo demás es mamoneo,
envoltorio y tapa;
Huir
para no quedarse quieto,
para crecerse y no estancarse,
para no ser pestilente y traicionar al tiempo
achicando territorios hasta quedar solo y
yo, chiquito, nimio, estático y colapsado como una bici sin pedales;
Huir, lejos,
más allá de mares de dudas,
travesías del desierto,
montes de Venus,
cuevas del tesoro,
agaminos de oro,
puentes de plata,
castillos de aire,
torres de marfil
y pantanos del pensamiento,
más allá de puertas,
al más allá, huir, lejos,
hacia la boca del lobo,
hacia el lienzo en negro,
hacia lo que no todavía pero quizás más tarde,
hacia la cima oscura, profunda, sin vértigo, del misterio,
huir en un salto abisal,
huir por huir,
para ser y no estar,
para estar en otra parte,
para que sea otra parte,
huir para ensanchar el mundo
y engullir abismos en caída voraz hacia lo hondo,
hacia el orgasmo y la herida,
hacia el cielo en agua y la sangre en llamas;
Huir,
como si quemara la sombra,
huir.
como si quemara la sombra,
huir,
como el viento, como el agua, como la piedra,
huir del mar, huir de la sal,
huir de la arena, huir de la vida
como si la vida en ello nos fuera;
de los brazos de la matrona,
de los del sepulturero;
Huir
de domingos con prisa,
de madrugones graníticos,
de siestas calcáreas,
de sueños de arenizca,
de poemas en servilletas,
del dogma sin crítica y de la crítica con caretas,
de la academia sin sangre y de la sangre sin sapiencia;
Huir
de quien canta un salmo igual que un gol,
de quien canta un gol igual que un parto,
de quien imboca guerra con paz en la boca,
del disidente a deshora,
de quien por ti mataría y de quien sin ti se mata,
de la lucha sin sentido y del sentido en simulacro;
Huir
de quien no ama belleza,
de quien no consume belleza,
de quien no devora belleza,
de quien no es un adicto empedernido a la belleza
y la busca hasta en los recovecos más repugnantes del mundo,
porque sólo nos salvará belleza;
Huir
de todos los demás hasta quedar solos,
de los ecos, los reflejos,
los fuimos, los habíamos,
los hubiéramos, los habríamos sido,
de ti, de mí, del nosotros, del como ellos,
los para siempres y jamases;
Huir
de quien tiene más camino en la lengua que en la suela,
más cicatriz en papel que en la piel,
más curriculum que vida de capa y espada,
huir de uno mismo,
de quien dice ser uno mismo,
él mismo desde sí mismo,
de quien se busca y de quien se pierde
por seguirse y por seguir a quien se pierde;
Huir
del polluelo muerto en la mano y los cien volando en la cresta,
del loco deslunado,
del águila sin sol,
del poeta sin poema,
del monje sin hábito,
del rey sin corona,
de la mona sin seda,
del emperador sin traje nuevo
y del reo sin condena;
Huir
de Marte sin espada,
de Venus sin pasión,
de Judas sin beso,
de Narciso sin espejo,
de Orfeo sin lira,
de Betty Boop sin liga,
de San Esteban sin martirio
y Don Quijote sin delirio.
Huir
de quien teme amor,
de quien avergüenza amor,
de quien burla amor,
de quien amor, aquella maravillosa putada
rinde tributo en rituales huecos,
frases hechas,
flores por encargo y cuernos de puta triste
y entregan un sufructo de cuerpo cansado,
que sólo amor mata amor
y todo lo demás es mamoneo,
envoltorio y tapa;
Huir
para no quedarse quieto,
para crecerse y no estancarse,
para no ser pestilente y traicionar al tiempo
achicando territorios hasta quedar solo y
yo, chiquito, nimio, estático y colapsado como una bici sin pedales;
Huir, lejos,
más allá de mares de dudas,
travesías del desierto,
montes de Venus,
cuevas del tesoro,
agaminos de oro,
puentes de plata,
castillos de aire,
torres de marfil
y pantanos del pensamiento,
más allá de puertas,
al más allá, huir, lejos,
hacia la boca del lobo,
hacia el lienzo en negro,
hacia lo que no todavía pero quizás más tarde,
hacia la cima oscura, profunda, sin vértigo, del misterio,
huir en un salto abisal,
huir por huir,
para ser y no estar,
para estar en otra parte,
para que sea otra parte,
huir para ensanchar el mundo
y engullir abismos en caída voraz hacia lo hondo,
hacia el orgasmo y la herida,
hacia el cielo en agua y la sangre en llamas;
Huir,
como si quemara la sombra,
huir.
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